Pinto pinto y te traumo.

Yo no sé cuanta gente que lea el blog ha tenido el disgusto de saborear las clases del profesor Jose Mª Moreno de Garayo. Si estas en primero y te viene genial el horario de este santo varón, lee atentamente que te conviene chatín.
Vale que yo, siendo como soy Acrílico, va a sonar disparatado que tenga un trauma con la pintura, pero así es.
Tuve la desgracia de probar técnicas pictóricas con Víctor Chacón (¿Quién de mis aliados se va a atrever con él?) y claro, uno no puede salir de allí sano mentalmente después de clases en las que entre el ego del propio profesor y el barníz dammar made in my casa el respirar se vuelve una tarea casi tan costosa como encontrar papel en el baño que se encuentra junto a grabado.
Pues eso, que me lancé con el señor Garayo, más que nada por conveniencia de horarios, uno no quiere estarse todas las tardes de la semana en clase. ¿Y qué me encontré?...
¿Recuerdas el suprematismo?

Pues el señor Garayo en vez de "Blanco sobre Blanco" puede resumir su obra en "Gris sobre Gris". Planos, planos y planos. Planos totalmente planos. Composiciones absurdas por no hablar del aula de pintura del edificio anexo, algo inaudito en una facultad de calidad media.

Luego tenemos su otra obsesión malsana, que es la subordinación. Subordinar es realizar una gama de colores en la que todos los colores se encuentren en harmonía dentro del mismo tono... y vaya si acabas subordinando si... Como que para ver tus cuadros tienes que ponerles a la luz para ver algunas pinceladas. Al final optas por la solución más inteligente, te haces un gris clarito y le vas añadiendo colores que cuela.

Para colmo sus métodos correctivos son absurdos aunque tenga una base definida. Te fustiga delante de todos tus compañeros, busca excusas tontas para tirarte el cuadro y su lenguaje es de una pedantería tan absoluta que te sientes el más mortal de los mortales por no comprenderle. Como no le entiendes pero sabes que lo que te dice está mal optas por la actitud de animal de compañía "Si si si" cuando la verdad es "¿Mande?". Eso las correcciones en grupo, que las individuales comienzan con un "¿Qué tal?" que terminas temiendo más que nada en este mundo. Conmigo pasaba algo muy gracioso y es que si me preguntan ¿Qué tal? en vez de hablar de lo que estoy pintando y porqué, automáticamente me sale un ¡Muy bien! que le hacían forzar el gesto mas o menos amable e insistir "¿Y qué haces?", "Pues pintar"... Ciertamente pensaba que era tonto de remate.

Mi experiencia salió mal y me encuentro suspenso, aunque mi examen de septiembre fuera tan gris que podría incluirse en la obra de Malevich. Me volví a matricular con él por masoquismo más que nada pero le he abandonado, su aspecto de eterno viudo enfundado en un uniforme de riguroso negro a lo Mortadelo me ponía tan enfermo que prefiero tomarme un año off de pintura y recuperar al menos la media neurona que he perdido esnifando todo ese maldito aguarrás.

¿Tendré más suerte con alguien como Manuela Culebras?